"Even though it makes no sense" ("Marriage Story", Noah Baumbach, 2019)

Como para ampliar.

Este es un año en el que se terminó un ciclo más espantoso que el de Pennywise. Un año en el que de alguna manera se va entendiendo que aquello que bautizaron grieta al fin y al cabo sirve para revisar qué música baila uno, con quién la está bailando, y si vale la pena el baile. En nuestro caso, estamos en el mejor lugar del mundo por suerte, y jamás bailamos otro ritmo que no fuera el nuestro.

Es un buen año, finalmente. En aquel orden de cosas.

Pero estamos acá para contar cómo se va terminando este año de fiesta para el cine ese que se proyecta en salas de cine para más de veinte personas, que es el cine del que podemos hablar (aunque Cami anda viendo a Shim Sharmusch, shame on her), porque es el que conocemos. Ya un poco algo dijimos, pero el año sigue y sigue regalándonos alegrías (como si supiera que estamos festejando), y he aquí que hemos visto de un tirón "Star Wars: The Rise of Skywalker", "Knives Out", "Marriage Story" y "The Two Popes". Y aunque todas merecen comentarios, o merecerían más de un párrafo, vayamos con "Marriage Story".

Este es un film de Noah Baumbach ("The Squid and the Whale"), que cuenta cómo dos personas adorables, inteligentes, civilizadas, atractivas y que se quieren y se admiran mutuamente, ya no pueden estar más juntas. Es una historia burguesa a más no poder. Historia de gente que puede pagarse divorcios de varias decenas de miles de dólares. O sea que, como "The Squid..." es un drama de gente de clase media (de la de verdad), bien educada y controlada en el consumo de alcohol y drogas. Gente culta en general, civilizada, cool y con escasísimo nivel de tilinguería en sangre. Esto es información como para saber con qué clase de humor y con qué nivel de lengua vamos a lidiar.

Charlie (Adam Driver) es un director de teatro neoyorquino, exitoso y que va por más. Está casado con quien protagoniza sus puestas, si así se dijera, Nicole (Scarlett Johansson), una actriz californiana que eligió seguir a Charlie a NY, mudando en el camino de promesa hollywoodense a celebridad del off. Tienen un hijo, Henry, que como buen hijo de artistas cool, es insoportable y malcriado a más no poder.

Y un buen día, a la vez y en simultáneo, al uno le conceden un premio con estipendio en NY y a la otra la llaman para protagonizar una serie en LA. Vuelos, cambios, separación, divorcio con hijo de por medio. Nada más que una excusa que les da la oportunidad para explorar en qué se metieron cuando se metieron en todo esto, con quién estuvieron viviendo todo esto y por qué, y todas esas preguntas con respuestas egoístas y autocompasivas en las que tanto nos agrada regodearnos, hasta que de puro cansancio empezamos a racionalizar, a reírnos, a fundir a sepia los recuerdos, al punto en que finalmente logramos sentirnos lo suficientemente menos miserables como para poder enfrentar la jornada laboral sin darle el gusto al mundo de vernos moquear por los rincones. Bien por nosotros. Bien por Noah Baumbach.

También he visto ésto: hay una mutua tomada de pelo entre el teatro vanguardista de Nueva York y la factoría de series mainstream de Los Angeles. No en vano la peli está producida por Netflix. La NY de "Marriage Story" es atractiva por lo oscura y abrigada que parece. La LA de "Marriage Story" es por contraste luminosa y abierta. Más de una vez se valora "el espacio", ese bien tan escaso en las viviendas de las grandes, viejas y un tanto mohosas urbes.

Adam Driver y Scarlett Johansson están enormes, ambos. Ambos encarnan a la perfección las contradicciones, el egoísmo y la permanente sorpresa ante las muestras de crueldad ("¿Por qué razón tengo que estar siempre volviendo a conocerte?") del otro. La crueldad se proyecta hábilmente a través de los abogados, geniales Laura Dern y Ray Liotta. Aunque surge inevitablemente entre ellos, Charlie y Nicole, la crueldad, en ciertos momentos. Hay claramente esa dosis de humor que gastan los cineastas neoyorquinos que medio parece que fueran hijos o de Woody Allen o de Marty Scorsese, según qué aldea sea la que pinten. Estos tipos filman con oficio, narran con efectividad y escriben como los dioses. Le quedó fantásticamente bien este melodrama al señor Baumbach. Y le agradecemos haber podido volver a ver a Alan Alda, con esas líneas amorosamente escritas para él.

Antes del abrazo de siempre, y de volver a mentar en "Marriage Story" un delicioso broche de oro para este final de año, deseamos rogarles que no dejen de ver "Knives Out", que no se pierdan "Midsommar", que no cometan el pecado de no ver "The Irishman", que no les pase por el costado "Once upon a time...", que se tomen el vuelo de "Ad Astra" y que visiten y revisiten al "Joker".

Diviértanse, no gasten saliva en discutir con monstruos, bailen el ritmo de la alegría (que no abunda), ríanse y lloren en el cine, que para eso está.

Abrazos.


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