"It was the greatest show on Earth, but then it was over." ("Amused To Death", Roger Waters, 1992).
"Amused To Death" es el tercer disco solista de Roger Waters, y en mi humilde opinión, lo mejor que supo darnos este músico junto con "The Wall". Se trata (cómo no) de un álbum conceptual de purísimo rocanrol, de purísimo sonido. Porque es uno de los discos con el sonido más cristalino que me ha sido dado escuchar.
Para la obra, Waters adopta una posición de observador pasivo de lo que era el mundo a principio de la década de 1990 del Siglo pasado: el advenimiento del neoliberalismo, la globalización de los deseos y la decisión (impuesta y aceptada) de tomar una ruta hacia la anulación del pensamiento crítico y del juicio individual, reemplazado por la lógica de los medios masivos. Internet no había despertado aún, por lo cual el disco es premonitorio como pocos.
Musicalmente es una joya brillante y transparente. Quiero decir, la mezcla es exquisita. Suenan la guitarra de Jeff Beck como parte del milagro, junto con las voces femeninas de Katie Kisoom y de Patricia Cole (en "Perfect Sense"), el talento del tecladista Patrick Leonard y una banda de músicos del real carajo. Toda la obra está a la altura de "Dark Side Of The Moon". Lo digo y asumo sin culpas la impunidad. "Amused To Death" es tan conmovedor como las otras dos grandes obras conceptuales de Waters.
Le obra consta de catorce temas, comenzando con "The Ballad of Bill Hubbard" como introducción instrumental. Pero enseguida aparece la rabia desatada de "What God Wants", con puertas que se abren dejando entrar una manada de animales en nuestras cabezas, y es puro rock de batería-guitarra-armonía. Letras demoledoras.
Siguen las dos "Perfect Sense", la primera con el soul de Patricia Cole cantando una letra dulce e irónica: "Time is linnear, memory is a stranger, History is for fools, Man is a tool in the hands of a great God Almighty. And they gave him command of nuclear submarine and sent him back in search of the Garden of Eden". La segunda parte, cantada por Waters, nos explica porqué todo tiene sentido. Luego, una de las canciones más bellas que haya escuchado: "The Bravery Of Being Out Of Range", la deshumanización de la mismísima Muerte. "Just love those laser-guided bombs (..) We win the game with the bravery of being of being out of range". "Late Home Tonight - I" es un regreso que comienza en una pacífica escena nocturna, en la que no hay bien ni mal: "No questions, only orders". La tranquilidad de saber que la muerte está ocupada en otra parte y con otra gente. Sigue "Late Home Tonight - II", cerrando esta parte del disco.
La segunda parte arranca con un viento y un lamento y unos autos (se me antojan negros) de los que bajan siniestros personajes. Pasa un carromato y una campanita preanuncia la profunda tristeza de "Too Much Rope": "Each man has his price, Bob. And yours was pretty low". Waters sabe cómo se toca fondo en el alma con las notas más altas. Tears burn my eyes. Y la crueldad de "What God Wants - II", en el clímax de la dramaturgia del disco. Porque ahora viene "What God Wants - III" , un puente hacia el final, en el que no hay salida, claro. Como Pink pidiendo volver a casa antes del Juicio. Pero lo que viene es "Wacthing TV", y la masacre de la Plaza Tiananment con tiros que te perforan el alma, en la figura de una chica bellísima. Qué canción más hermosa. "They build the dark satanic mills that manufacture Hell on Earth. They bought the front-rows seats on Callvary, they are irrelevant to me. And I grieve for my sister".
"Three Wishes" es mi canción preferida. Es la que me conmueve más, la que considero más bella y desgarradora. Te ofrecen tres deseos, pero rápido, y pedís: "Quiero que todos sean felices en el Líbano, que alguien me ayude a escribir esta canción, y que mi papá no se haya muerto". Listo. Ya está. Pero hay algo en el aire,
Theres something in the air, and you don't know what it is.
You see someone trhough your window who you just learned to miss,
And the roads lead on to Glory, but you've used up your last wish, your last wish,
And you want her to come home.
Tarde. Eran tres deseos. En clave de blues. Sigue "It's a Miracle", donde se pone de manifiesto la degradación de lo milagroso gracias a lo descarnado de la estupidez.
Cierra el disco la canción que le da título al álbum: "Amused To Death". Todo se ha salido de control. "Doctor, doctor: What is wrong with me?" - "Is absolute zero cold enough?" - La canción tiene tiempos internos propios, se va cocinando a fuego lento, "Down to the very last breath". Y entonces arranca una guitarra furiosa, un himno, un rocanrol generoso y luminoso, una supernova que se atreve a subir y subir y subir, con estrofas de métrica vertiginosa, hasta que no queda más que concluir que la muerte nos divierte. Admitámoslo: la tragedia ajena, el sufrimiento del prójimo, las lágrimas pixeladas nos encantan. Podemos irnos a dormir tranquilos siempre y cuando los que sufran amputaciones, hambre, miseria, estén a miles de kilómetros de distancia y podamos decir qué bárbaro qué bárbaro qué barbaridad.
En fin, no esperarían de Roger Waters un disco festivo. "Amused To Death" es un álbum político de su tiempo, pero trascendente y actual. Creo que he escrito todo esto para mantener vivo en este lugarcito uno de los discos que más quiero, de uno de los artistas que más admiro. Lo fui escuchando otra vez a medida que escribía, y vale todo lo escrito y lo escuchado. Todo se veía venir y fue muchísimo, muchísimo peor, en muchos sentidos. La tele es lo de menos. Los medios han buscado otras formas y la dominación ejercida sobre la opinión es más dolorosa y aberrante. Nos conectamos de maneras más crueles y nos desconectamos de maneras más egoístas. Viajamos en trenes abarrotados mirando una pantallita de tres pulgadas. No perdemos oportunidad de sacar una foto que nunca volveremos a mirar. Nos vamos a dormir sabiendo y eligiendo no pensar.
Y no sé si es triste, la verdad. Pero valdría la pena, ya que estamos, prescindir al menos de reflexiones absurdas y volátiles, aunque más no fuera para no pecar contra la razón.
Abrazos.
Para la obra, Waters adopta una posición de observador pasivo de lo que era el mundo a principio de la década de 1990 del Siglo pasado: el advenimiento del neoliberalismo, la globalización de los deseos y la decisión (impuesta y aceptada) de tomar una ruta hacia la anulación del pensamiento crítico y del juicio individual, reemplazado por la lógica de los medios masivos. Internet no había despertado aún, por lo cual el disco es premonitorio como pocos.
Musicalmente es una joya brillante y transparente. Quiero decir, la mezcla es exquisita. Suenan la guitarra de Jeff Beck como parte del milagro, junto con las voces femeninas de Katie Kisoom y de Patricia Cole (en "Perfect Sense"), el talento del tecladista Patrick Leonard y una banda de músicos del real carajo. Toda la obra está a la altura de "Dark Side Of The Moon". Lo digo y asumo sin culpas la impunidad. "Amused To Death" es tan conmovedor como las otras dos grandes obras conceptuales de Waters.
Le obra consta de catorce temas, comenzando con "The Ballad of Bill Hubbard" como introducción instrumental. Pero enseguida aparece la rabia desatada de "What God Wants", con puertas que se abren dejando entrar una manada de animales en nuestras cabezas, y es puro rock de batería-guitarra-armonía. Letras demoledoras.
Siguen las dos "Perfect Sense", la primera con el soul de Patricia Cole cantando una letra dulce e irónica: "Time is linnear, memory is a stranger, History is for fools, Man is a tool in the hands of a great God Almighty. And they gave him command of nuclear submarine and sent him back in search of the Garden of Eden". La segunda parte, cantada por Waters, nos explica porqué todo tiene sentido. Luego, una de las canciones más bellas que haya escuchado: "The Bravery Of Being Out Of Range", la deshumanización de la mismísima Muerte. "Just love those laser-guided bombs (..) We win the game with the bravery of being of being out of range". "Late Home Tonight - I" es un regreso que comienza en una pacífica escena nocturna, en la que no hay bien ni mal: "No questions, only orders". La tranquilidad de saber que la muerte está ocupada en otra parte y con otra gente. Sigue "Late Home Tonight - II", cerrando esta parte del disco.
Uno, mirando la pantallita. |
La segunda parte arranca con un viento y un lamento y unos autos (se me antojan negros) de los que bajan siniestros personajes. Pasa un carromato y una campanita preanuncia la profunda tristeza de "Too Much Rope": "Each man has his price, Bob. And yours was pretty low". Waters sabe cómo se toca fondo en el alma con las notas más altas. Tears burn my eyes. Y la crueldad de "What God Wants - II", en el clímax de la dramaturgia del disco. Porque ahora viene "What God Wants - III" , un puente hacia el final, en el que no hay salida, claro. Como Pink pidiendo volver a casa antes del Juicio. Pero lo que viene es "Wacthing TV", y la masacre de la Plaza Tiananment con tiros que te perforan el alma, en la figura de una chica bellísima. Qué canción más hermosa. "They build the dark satanic mills that manufacture Hell on Earth. They bought the front-rows seats on Callvary, they are irrelevant to me. And I grieve for my sister".
"Three Wishes" es mi canción preferida. Es la que me conmueve más, la que considero más bella y desgarradora. Te ofrecen tres deseos, pero rápido, y pedís: "Quiero que todos sean felices en el Líbano, que alguien me ayude a escribir esta canción, y que mi papá no se haya muerto". Listo. Ya está. Pero hay algo en el aire,
Theres something in the air, and you don't know what it is.
You see someone trhough your window who you just learned to miss,
And the roads lead on to Glory, but you've used up your last wish, your last wish,
And you want her to come home.
Tarde. Eran tres deseos. En clave de blues. Sigue "It's a Miracle", donde se pone de manifiesto la degradación de lo milagroso gracias a lo descarnado de la estupidez.
Cierra el disco la canción que le da título al álbum: "Amused To Death". Todo se ha salido de control. "Doctor, doctor: What is wrong with me?" - "Is absolute zero cold enough?" - La canción tiene tiempos internos propios, se va cocinando a fuego lento, "Down to the very last breath". Y entonces arranca una guitarra furiosa, un himno, un rocanrol generoso y luminoso, una supernova que se atreve a subir y subir y subir, con estrofas de métrica vertiginosa, hasta que no queda más que concluir que la muerte nos divierte. Admitámoslo: la tragedia ajena, el sufrimiento del prójimo, las lágrimas pixeladas nos encantan. Podemos irnos a dormir tranquilos siempre y cuando los que sufran amputaciones, hambre, miseria, estén a miles de kilómetros de distancia y podamos decir qué bárbaro qué bárbaro qué barbaridad.
En fin, no esperarían de Roger Waters un disco festivo. "Amused To Death" es un álbum político de su tiempo, pero trascendente y actual. Creo que he escrito todo esto para mantener vivo en este lugarcito uno de los discos que más quiero, de uno de los artistas que más admiro. Lo fui escuchando otra vez a medida que escribía, y vale todo lo escrito y lo escuchado. Todo se veía venir y fue muchísimo, muchísimo peor, en muchos sentidos. La tele es lo de menos. Los medios han buscado otras formas y la dominación ejercida sobre la opinión es más dolorosa y aberrante. Nos conectamos de maneras más crueles y nos desconectamos de maneras más egoístas. Viajamos en trenes abarrotados mirando una pantallita de tres pulgadas. No perdemos oportunidad de sacar una foto que nunca volveremos a mirar. Nos vamos a dormir sabiendo y eligiendo no pensar.
Y no sé si es triste, la verdad. Pero valdría la pena, ya que estamos, prescindir al menos de reflexiones absurdas y volátiles, aunque más no fuera para no pecar contra la razón.
Abrazos.
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