"I'm running out of time" ("Nebraska", Alexander Payne, 2013)
Woody Grant (Bruce Dern) está en el comienzo de un viaje. Su hijo David (Will Forte) decide acompañarlo. Porque "Nebraska" es una road movie. Es el relato de un viaje que empieza con los primeros síntomas de la senilidad, cuando la cabeza dice basta, hasta aquí llegamos.
Sin embargo, lejos de propinar golpes bajos o de apelar a relaciones retorcidas y a reprimidos abusos que harían la delicia del psicólogo de tres al cuarto, y que harían de este filme otro melodrama medio pasable, la película de Alexander Payne transcurre en un clima de humor y de bondad que conmueve sin pizca agresión. Es una película bella, que se sostiene sin esfuerzo a fuerza de unas actuaciones a la altura del guión, de una estética sin rebusque pelotudo, de una narrativa sin pretensiones de innovación que ya están más vistas que el Dr. House.
Los personajes podrían ser de aquí nomás. Familia. Una vuelta a la inocencia con el extra del cinismo del que goza impunemente quien ya vivió lo que tenía que vivir, pero a quien le queda tal vez la parte más importante de todas, la que no a todos se les otorga: el provilegio de legar.
Y el legado no es el millón de dólares que dispara la historia. Porque en este film bello, amoroso en el mejor de los sentidos (¡Tener que aclarar!), en el que el color es el de los afectos más profundos y más incondicionales, el legado es aquí estoy. Aquí estoy. No a todos se les da.
Yo no sé en qué lugar del podio de la Academia habrá quedado esta preciosura de película. Y no me importa mucho, después de haber tenido el enorme placer de haber abrazado al Woody con el alma, gracias a ese enorme actor que es Bruce Dern. También puedo decir que es muy bueno lo que hacen Will Forte y Stacy Keach (este señor es infalible, la verdad). Escuché por ahí que hay una en la que Mathew Mac...uhghuyiyuw se saca la camisa, otra vez, y resulta que ahora adelgazó cantidad. Eso de engordar mucho o adelgazar mucho parece que vale tres cuartos de Oscar.
Hay otras más que parece que están bastante bien y que iremos viendo. Veremos.
Aquí deberán insertarse loas a la iluminación, al vestuario, a la fotografía. Aquí, por otra parte, van los aplausos a un casting que recuerda a David Lynch ("The Straight Story") o a los Coen ("Oh, Brother, Where Art Thou").
Nebraska es el lugar donde nos encontramos. Nebraska está a la vuelta de unos años. Nebraska es implacable, y también es una linda, linda oportunidad.
Abrazos.
Sin embargo, lejos de propinar golpes bajos o de apelar a relaciones retorcidas y a reprimidos abusos que harían la delicia del psicólogo de tres al cuarto, y que harían de este filme otro melodrama medio pasable, la película de Alexander Payne transcurre en un clima de humor y de bondad que conmueve sin pizca agresión. Es una película bella, que se sostiene sin esfuerzo a fuerza de unas actuaciones a la altura del guión, de una estética sin rebusque pelotudo, de una narrativa sin pretensiones de innovación que ya están más vistas que el Dr. House.
Los personajes podrían ser de aquí nomás. Familia. Una vuelta a la inocencia con el extra del cinismo del que goza impunemente quien ya vivió lo que tenía que vivir, pero a quien le queda tal vez la parte más importante de todas, la que no a todos se les otorga: el provilegio de legar.
Y el legado no es el millón de dólares que dispara la historia. Porque en este film bello, amoroso en el mejor de los sentidos (¡Tener que aclarar!), en el que el color es el de los afectos más profundos y más incondicionales, el legado es aquí estoy. Aquí estoy. No a todos se les da.
Yo no sé en qué lugar del podio de la Academia habrá quedado esta preciosura de película. Y no me importa mucho, después de haber tenido el enorme placer de haber abrazado al Woody con el alma, gracias a ese enorme actor que es Bruce Dern. También puedo decir que es muy bueno lo que hacen Will Forte y Stacy Keach (este señor es infalible, la verdad). Escuché por ahí que hay una en la que Mathew Mac...uhghuyiyuw se saca la camisa, otra vez, y resulta que ahora adelgazó cantidad. Eso de engordar mucho o adelgazar mucho parece que vale tres cuartos de Oscar.
Hay otras más que parece que están bastante bien y que iremos viendo. Veremos.
Aquí deberán insertarse loas a la iluminación, al vestuario, a la fotografía. Aquí, por otra parte, van los aplausos a un casting que recuerda a David Lynch ("The Straight Story") o a los Coen ("Oh, Brother, Where Art Thou").
Nebraska es el lugar donde nos encontramos. Nebraska está a la vuelta de unos años. Nebraska es implacable, y también es una linda, linda oportunidad.
Abrazos.
Comments
Post a Comment