"No soy una chica." ("Déjame entrar", de Tomas Alfredson, 2008)
Hace unos días nos lamentábamos con un amigo de lo bajo que ha venido a caer el viejo y querido vampiro desde que cayó en manos de Anne Rice, quien vino a cubrir con una pátina de aceitoso glamour y densas cucharadas de miel un mito que no hace falta decorar. Ya bastante torturado está el pobre No-muerto, bastante misterio acarrea, demasiadas restricciones tiene su existencia como para venir a pedirle que tenga buen aliento y que cace a sus presas pura y exclusivamente a fuerza de seducción. El mito empalagoso ha tocado definitivamente fondo con la saga "Crepúsculo", donde los vampiros son adolescentes metrosexuales apenas pálidos que se pasean bajo los rayos de Febo como si tal cosa, y que no tienen ni la decencia de asustarse ante un crucifijo.
Aquí traigo esta película sueca, que por supuesto los yanquis han debido de adaptar y filmar ellos mismos, así que lo primero será decir: A no confundirse. El original sueco se titula "Låt den rätte komma in", y puede encontrarse por ahí incluso subtitulado. En inglés se titula "Let the right one in", y en castellano, en un alarde de imaginación, se le dio el original título de "Criatura de la noche". Pero el título original hace referencia a una de las tantas restricciones del vampiro: no entrará a tu casa a menos que lo invites a pasar.
Pero la película de Alfredson lo que cuenta es la historia de dos niños de doce años, Oskar (Kåre Hedebrant) y Eli (Lina Leandersson), que se conocen durante una noche muy fría en un parque blanco y triste de un suburbio de Estocolmo. Oskar proviene de una familia proletaria, vive sólo con su madre y va a una escuela pública donde es víctima de abuso por parte de sus compañeros. Eli, por su parte, vive con un misterioso caballero que bien podría ser su padre. Los niños, la amistad que se va tejiendo entre ellos, el sufrimiento de Oskar por el maltrato al que se ve sometido, su necesidad de comunicarse y la frialdad que todo lo envuelve, van creando una atmósfera narrativa de ritmo sosegado pero sostenido (de ningún modo "lento") que atrapa desde los títulos de presentación. La música merece un aplauso aparte: preciosa y oportuna. Y lo mismo los importantísimos personajes secundarios, que quedan bien definidos.
La historia está narrada casi totalmente en base a recursos puramente clásicos: Contraste de planos picados y contrapicados, planos abiertos, barridos, contraste entre luces heladas y ámbitos cálidos y diálogos absolutamente verosímiles donde se nos ahorran cosas tales como "Los álamos, 1983". No. Si el señor Alfredson quiere situarnos en los albores de los '80 lo hace recurriendo a una dirección de arte perfecta (muebles, atrezzo, música, e incluso el bloque de apartamentos donde transcurre la mayor parte de la película) y a un vestuario logradísimo. También nos ahorra muchísimos efectos digitales, porque es hábil y sabe una verdad de perogrullo: Dan mucho más miedo un par de ojos que se empiezan a dibujar en la oscuridad y de repente no están, que una horrible cara deformada por Photoshop. Y no seguiré comparando aunque me tiente la idea.
En resumen, la "Déjame entrar" sueca es una muy buena película para ver la víspera de un día en el que no debamos madrugar.
Saludos
adolf mmme anoto para una noche de ojos enrrarecidos ,, anotando el titulo . sigo haciendo mi tarea domiciliaria, ya vi blue vuélvete , pero ademas de esa usted me recomendó otra , podría por favor repetirme el titulo .. prometo ser bueno no valla a ser que un vampiro me invite un piña colada
ReplyDeletesakudos pablov
Hola Pablovsky Tovarich! Se referirá Ud. a "Wild at Heart", de David Lynch? Si no, haga de cuenta que sí.
ReplyDeleteCuidado con las piñas de los vampiros... y con todas en general!