"Ágora" (Alejandro Amenábar, 2009) - El pinosolanismo me tiene podrido.

En la revista "Barcelona" de esta semana, escribe un militante universitario de izquierdas en el correo de lectores:
"Nunca milité en el PO. Sí estuve con el MST y logramos concientizar bastante, sobre todo en temas de minería."
Y yo me pregunto qué tipo de concientización y contra quién. En el sitio web de "Proyecto Sur", el director de películas "de ver llover" -diría Patricia- devenido en político multifunción Fernando "Pino" Solanas dice cosas tan sustanciales como "Es preciso erradicar el hambre" y "Reconstruir la educación que permita al individuo insertarse críticamente en el mundo científico y tecnológico" ¡Faaa! ¡Tomá vos y dale a Braulio! ¿Ese será el tipo de concientización? Qué bárbaro qué bárbaro qué bárbaro.


Hipatia vivió en Alejandría, allá por el año 400 de la era cristiana. Fue una filósofa y científica, la primera mujer matemática de la que se tiene información más o menos extensa y más o menos fehaciente: se sabe que inventó un densímetro y que le apasionaba la astronomía. Profesaba la religión pagana: más Palas que Afrodita, como Rachel Weisz en esta película de Alejandro Amenábar que relata su historia.


Aquí tomo a Fernando Solanas como paradigma del que opina (que sería lo de menos, aquí no hacemos otra cosa), actúa (que es grave, cuando el susodicho es legislador nacional) sin tener la más pajonera idea de qué se trata la cosa. ¿Por qué Solanas? Porque sistemáticamente jode con la minería a cielo abierto de una manera tan torpe y pelotuda que termina haciéndole el caldo gordo a la Barrick. Como sucede siempre: para defender algo hay que conocerlo, porque de otro modo se debilita la posición, se cae en el ridículo y se facilita el ataque del supuesto enemigo. Se yerra el vizcachazo, como si dijéramos. El vizcachazo constante del pensamiendo pinosolanista hacia la ex paupérrima provincia de San Juan no se aprecia, claro, desde la lejana Buenos Aires, que es lo único que le importa al director de "El exilio de Gardel", para quien el "Sur" queda en Pompeya, visto desde París. Para quien San Juan es una calle de la Capital.

Amenábar suele documentarse muy bien, y en este caso y a pesar de las licencias históricas, no ha faltado a la premisa. Ya lo hizo con "Mar adentro", dado que "Ágora" es la segunda película de este director basada en hechos biográficos. Todo aquello relacionado con el conocimiento astronómico y matemático que se muestra en la película es absolutamente verosímil. Digamos que no es como el bodrio de "Los crímenes de Oxford", donde se supone que demuestran un teorema y en el pizarrón hay escrita cualquier estupidez. Digamos que Amenábar es un muchacho respetuoso. 
La narración es bella, y es que Amenábar sabe contar las cosas ("Tesis"). Rachel Weisz es bella también, y a mí personalmente me parece una actriz muy eficaz. Es una Hipatia magnífica porque ya viene clásica de fábrica. 

Quien haya visitado San Juan diez años atrás y lo visite ahora, se encontrará con una provincia diferente. La provincia que más ha crecido después de la sobremontesca huida del gobierno de la Alianza (que hoy conmemoramos), provincia en la que se están construyendo escuelas, caminos, túneles y puentes cuyo valor de retorno es estrictamente social. Lo sé: trabajo tangencialmente en la obra "Camino de los Huarpes", que conecta una serie de asentamientos indígenas con la Ruta 40 (San Juan - Mendoza). Tenemos un hospital como la gente, tenemos pavimento y muchísima menos mugre gracias a que se mantiene el parquizado de la Avenida de Circunvalación. Entre otras cosas, y como en muchos otros lugares de mi país, esto sucede porque hay un poquito más de justicia. Y porque, en general, los lugares de decisión están ocupados por gente que sabe lo que tiene que hacer, que está preparada técnicamente para ocupar el lugar que ocupa.

Y además de narrar, sabe filmar, Amenábar. Me gustan los planos abiertos que utiliza en "Ágora" (en contraste con la claustrofóbica "Los otros").  Me gusta la película en general, aunque sé que no hará las delicias de todo el mundo. Lo que pasa es que no puedo verla con ojos que no sean los míos, y estos ojos míos adoran ver trabajo bien hecho y respeto por la gente. Amenábar es trabajador y respetuoso.

Últimamente todo el mundo habla de minería y medio ambiente con una liviandad que avergüenza. Por un lado, se promulgan leyes "para proteger a los glaciares y periglaciares" en las cuales la discusión leguleya en la Cámara da asco de ignorante. Por otro lado, el concepto de medio ambiente hoy en día no escapa a la opinología pelotudo-superficial. Ambientalista es cualquier forro indignado que opine que la energía nuclear es mala malísima, y que la minería a cielo abierto es mala per se, sin ocuparse de leer un cachito qué carajo hay en un átomo o cómo merda es que se extrae el oro de la roca, porque se pierde el colectivo que lo lleva a ma "mani". Así, lo que se logra es tener una opinión tan ridícula que posibilita que cualquier ingeniero de tres al cuarto pueda rebatir los "argumentos" ambientalistas. La discusión profunda queda sepultada en el ridículo, no se logra nada, y el ambientalista se queda con cara de boludo que piensa que no lo es. Eso es el pinosolanismo.

No creo que "Ágora" sea pretenciosa, ni creo que se proponga mucho más que entretener. En todo caso, me gusta la idea de un cineasta que hable de ciencia habiendo masticado algo de ciencia, y tan bien, con tanta inteligencia que se nota que lo ha disfrutado, que intuye el universo que hay detrás, que se le nota que lo intuye y que intuye que es muy, muy brillante. El producto no es ni de lejos la mejor película de la Historia, ni tan siquiera la mejor película de Amenábar, pero es un producto entretenido y leal.


Los estudios de impacto ambiental de la Barrick se caen a pedazos si se hacen las preguntas adecuadas. La minería a cielo abierto puede ser buena si se hace de forma responsable: No dejamos de volar porque los aviones se caigan de cuando en cuando. De ninguna manera podemos impedir el desarrollo de una región (de otra manera condenada a la miseria más espantosa) porque se nos ocurra que la minería a cielo abierto es más dañina para el  medio ambiente que las centrales térmicas. Las regalías que dejan las empresas mineras en el país son ridículas: ese es un tema.

Hipatia de Alejandría insitía en no meterse en lo que no sabía. Estaba obsesionada por conocer, era escéptica y crítica: Todo eso muestra "Ágora", y lo hace bien. Estas cosas no resultan obvias, hay que mirar esta película con algo de cariño. Rachel Weisz ayuda. 


El pinosolanismo opina con la liviandad de los tiempos que corren, está orientado a la memoria de corto plazo, al "No lo entiendo. No me importa. De todas maneras no sé de qué se trata, pero me opongo".
Personalmente, jamás se me ocurriría siquiera sugerirle a Solanas decirle que "Sur" es una película oscura al pedo y aburrida, puesto que no sé nada de cine. Me queda el consuelo de que no me meto con el laburo de miles de personas que cada vez tienen menos chagas. Me queda también un hecho concreto: conozco a muchísima gente que hace cosas por el medio ambiente. Cosas tangibles, cosas de verdad. Todas esas personas, a quienes admiro y respeto, saben que hay que estudiar mucho, trabajar mucho, porque el medio ambiente es una cosa real con la que no se puede jugar.

"Ágora" es entretenida y luminosa.
Abrazos

Comments

  1. A mí me gustan todas: Ágora, Rachel Weisz, la minería a cielo abierto si está bien gestionada y la energía nuclear si también lo está.

    Bueno, miento. Hay unas que no me gustan: las pelis de ver llover. Besos, gordo

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  2. ¡Hola Gorda! Ya sabía ya, que te gustarían también Ágora y Rachel. Igual que reírte de Rocky.
    Abrazos

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