"What if I'm in the movie?" ("Once Upon a Time in Hollywood" - Quentin Tarantino - 2019)

Las cosas se mueven, suceden, interactúan. Los objetos, las personas, las acciones de las empresas, el fuego. Las trayectorias, el devenir de las cosas es predecible si se conocen las condiciones iniciales, los campos de fuerza que causan los movimientos y la naturaleza de las interacciones. Así, más o menos, se sabe que si en lo alto de un tobogán de altura H se sienta a un niño N de masa M y se le da un ligero empujón, al cabo de un tiempo t, el niño se habrá deslizado la longitud L del tobogán. Se puede saber por ejemplo, cuánto vale aproximadamente t. Lo mismo vale para una olla exprés: conociendo la energía, la naturaleza de los ingredientes y de la propia olla, puede predecirse el tiempo en el que el guiso estará listo.

Así más o menos funciona el universo.

Si "The Hateful Eight" era una olla exprés, "Once Upon a Time in Hollywood" es un sistema de toboganes entrelazados, complejos y diferentes, por los que se van soltando muchos niños distintos que van tejiendo una historia en la cual el centro de gravedad, el atractor, es esa madrugada del 8 al 9 de agosto de 1969, momento en el cual tres chicos salen a hacer algo malo. Ese es el juego y Tarantino produce una realización posible del universo.

Tarantino cuenta un cuento: Érase una vez. Otra vez será otra cosa. Esta vez juegan dos chicos que son Rick Dalton y Cliff Booth (Di Caprio y Brad Pitt), y Sharon Tate (Margot Robbie) que ya jugaba en otra realización. A lo largo de un metraje amoroso y bello, Tarantino va mostrando las posiciones iniciales, los empujones que ponen todo a funcionar, los entrelazamientos y los choques que van llevando a todos los jugadores hacia el 9 de agosto de 1969 por la madrugada.

Quentin nos ha contado otro cuento, un cuento gracioso, bello y rebosante de su amor por las películas del Hollywood de finales de los '60 del Siglo pasado, y por los personajes que las protagonizaban, realizaban y vivían en el mundo que las creaba. Y nos ha encantado el cuento. Nos ha dejado encantados, es decir, bajo los efectos de un encantamiento del que no quisiéramos salir más que para decirle gracias otra vez por el regalo. Y nada más porque más es pecado.


Abrazos

Post Scriptum: Mis respetos a las cuatro personas que en el cine se rieron del nombre del perro de Polanski. Para ellos, esta canción, tal como la escucha Sharon en su Corvette.

https://youtu.be/PqjdtUn9lKo

Y el original de Ladies of the Canyon, de la inmensa (inmensa, Alberto) Joni Mitchell.

https://youtu.be/V9VoLCO-d6U












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