¡Che! ¿Y si hacemos un thriller psicológico-policial? ("Tesis sobre un homicidio", Hernán Golfrid, 2013)
Hablemos claro: Qué bodrio, Dios mío. Pero qué bodrio.
Ni comparemos. No mentemos a nadie por ahora. Digamos lo siguiente: El guión está lleno -está hecho- de frases remanidas enunciadas como genialidades, casi siempre en la vecindad de la relación entre Ley y Justicia. Sólo falta que después de pronunciarlas, el insufrible Ammann diga "¡Ja!". O peor: "¡Je!". Pero eso no es todo, ¡qué va'ser todo!
En la facultad de Derecho de la UBA, en el marco de un seminario de posgrado después del cual los alumnos deben escribir una "tesis" (¡Aia!), bajo la tutela del circunspecto y dedicado profesor (Ricardo Darín), aparece un estudiante (Alberto Ammann) con quien el profe tiene un misterioso pasado en común. A todo esto, encuentran a una chica muerta en el estacionamiento, ahí delante de todo el mundo. El personaje de Darín, mediante un mecanismo, se mete a investigar el crimen, pasando en menos que canta un gallo de circunspecto y dedicado catedrático poco interesado en el ejercicio del litigio, a una especie de Clarice Starling entre asustada y fascinada por los misterios del hecho criminal de marras. "Todo está en los detalles". ¡Je! Al personaje de Ammann le llora la cara de sospechoso, y Darín empieza a sospechar... en fin, nadie le cree, el profe se convence cada vez más, y así.
Por supuesto, aparece una chica que resulta ser hermana de la finada. Y pediríamos al cielo que esta niña no tratara de hacerse la asustada o la desesperada, pero sería en vano. Al rato nuestros peores temores se hacen realidad y ya la tenemos haciendo de actriz a la Calu Rivero. Dios nos librara, pero no. A esta altura uno no sabe a qué se está quedando.
Se establece una especie de duelo así muy psicológico del tipo yo sé que vos sabés que yo sé ¡Je!, y hablamos de esto cuando en realidad hablamos de aquello, y vos también sabés e incluso el público sabe, porque el suspenso se nos quedó en algún punto de los títulos del inicio, ahí donde decía "Con el apoyo del INCAA".
Hay una secuencia en el MALBA que recuerda mucho a "Vestida para matar" de Brian de Palma (Dios me perdone). Hay una secuencia de un show de "Fuerza Bruta" que recuerda mucho a... a cualquier thriller de tres al cuarto donde se use la música ensordecedora y un ambiente un tanto sórdido para mostrar que hay un personaje desesperado y fuera de lugar ¿Lo ves? Hay una doctora que pela un perfil psicológico del criminal sacado de un libro de Thomas Harris, pero resumido. Hay un conveniente abrecartas ¡Je! Y hay una escena de interrogatorio policial para el lucimiento de Ammann que te hace desear que lo deportaran al planeta de donde viene este muchacho, no sin antes borarrle la pretendida carita de inteligente y cínico con una goma de borrar boludos.
Por suerte se termina, y la verdad es que el final es tan pretencioso y obvio como previsibles son los diálogos (el montaje en paralelo directamente está mal hecho y destroza toda continuidad y fluidez, si es que tal cosa puede pedírseles a Rivero, Ammann y Puig. Y si me doy cuenta yo, es que está muy mal hecho). Se termina, digo, y se olvida al ratito nomás, no sin antes lamentar la hora y pico perdida, la guita de la entrada, no haber elegido la quinta parte de "Duro de Matar", y el frío que uno se comió. ¿Qué necesidad?
Abrazos
Ni comparemos. No mentemos a nadie por ahora. Digamos lo siguiente: El guión está lleno -está hecho- de frases remanidas enunciadas como genialidades, casi siempre en la vecindad de la relación entre Ley y Justicia. Sólo falta que después de pronunciarlas, el insufrible Ammann diga "¡Ja!". O peor: "¡Je!". Pero eso no es todo, ¡qué va'ser todo!
En la facultad de Derecho de la UBA, en el marco de un seminario de posgrado después del cual los alumnos deben escribir una "tesis" (¡Aia!), bajo la tutela del circunspecto y dedicado profesor (Ricardo Darín), aparece un estudiante (Alberto Ammann) con quien el profe tiene un misterioso pasado en común. A todo esto, encuentran a una chica muerta en el estacionamiento, ahí delante de todo el mundo. El personaje de Darín, mediante un mecanismo, se mete a investigar el crimen, pasando en menos que canta un gallo de circunspecto y dedicado catedrático poco interesado en el ejercicio del litigio, a una especie de Clarice Starling entre asustada y fascinada por los misterios del hecho criminal de marras. "Todo está en los detalles". ¡Je! Al personaje de Ammann le llora la cara de sospechoso, y Darín empieza a sospechar... en fin, nadie le cree, el profe se convence cada vez más, y así.
Por supuesto, aparece una chica que resulta ser hermana de la finada. Y pediríamos al cielo que esta niña no tratara de hacerse la asustada o la desesperada, pero sería en vano. Al rato nuestros peores temores se hacen realidad y ya la tenemos haciendo de actriz a la Calu Rivero. Dios nos librara, pero no. A esta altura uno no sabe a qué se está quedando.
Se establece una especie de duelo así muy psicológico del tipo yo sé que vos sabés que yo sé ¡Je!, y hablamos de esto cuando en realidad hablamos de aquello, y vos también sabés e incluso el público sabe, porque el suspenso se nos quedó en algún punto de los títulos del inicio, ahí donde decía "Con el apoyo del INCAA".
Hay una secuencia en el MALBA que recuerda mucho a "Vestida para matar" de Brian de Palma (Dios me perdone). Hay una secuencia de un show de "Fuerza Bruta" que recuerda mucho a... a cualquier thriller de tres al cuarto donde se use la música ensordecedora y un ambiente un tanto sórdido para mostrar que hay un personaje desesperado y fuera de lugar ¿Lo ves? Hay una doctora que pela un perfil psicológico del criminal sacado de un libro de Thomas Harris, pero resumido. Hay un conveniente abrecartas ¡Je! Y hay una escena de interrogatorio policial para el lucimiento de Ammann que te hace desear que lo deportaran al planeta de donde viene este muchacho, no sin antes borarrle la pretendida carita de inteligente y cínico con una goma de borrar boludos.
Por suerte se termina, y la verdad es que el final es tan pretencioso y obvio como previsibles son los diálogos (el montaje en paralelo directamente está mal hecho y destroza toda continuidad y fluidez, si es que tal cosa puede pedírseles a Rivero, Ammann y Puig. Y si me doy cuenta yo, es que está muy mal hecho). Se termina, digo, y se olvida al ratito nomás, no sin antes lamentar la hora y pico perdida, la guita de la entrada, no haber elegido la quinta parte de "Duro de Matar", y el frío que uno se comió. ¿Qué necesidad?
Abrazos
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