"Depredador", o el ocaso de un pianista. (John McTiernan, 1987)

En 1987, John McTiernan dirigía una obra maestra del cine de terror. Ríanse, adelante, pero es la verdad. "Depredador" ("Predator") es un film sorprendente por donde se lo mire. Con un guión brillante de John y Jim Thomas, desarrolla una idea genial: En una época en la que fulguraban las películas sobre Vietnam y los comandos de marines y similares, "Predator", de repente cambia y se convierte en algo parecido a "Alien". Parecido, pero no igual. Por supuesto, ahí está el individualismo que tanto le criticábamos en los `80 al cine yanqui. Pero a lo largo de la vida, visto lo que se haya visto, aquel que haya vivido un poco largo, dígame si no ha tenido que salvarse solito de los depredadores. Díganme si la lucha no es siempre individual.
"Depredador" empieza como una de comandos, se transforma en una de suspenso ("suspense", Patricia de mis barreales), para terminar en una de terror puro y duro: El Bien contra el Mal.
Estaba muy bien. Incluso Schwarzenegger iba de maravillas con su personaje.
Y ahora vengo yo, y acabo de ver un bodrio protagonizado por Adrien Brody (¿Por qué?), que en su título sólo ha cambiado el número. Ahora son "Predators".
Y bueno, es Adrien Brody haciendo de Schwarzenegger. Cero al cociente, porque Brody es un actorazo, siempre y cuando haga de Flaco Triste, como en "El pianista" o en "The Jacket", pero lo que no puede hacer es de musculoso-que-se-pelea-con-monstruos-extraterrestres. No le sale. No le queda bien. Tiene cara de bueno. Dan ganas de invitarle una cerveza y de charlar sobre poesía neoclásica y de que te recite la Égloga Primera, y de invitarle otra cerveza y dan ganas de dejarlo en el bar (para ir a comprar Marlboro y no volver jamás), con su cara de sufrido repetidor de Garcilaso. Pero con una ametralladora en la mano da mucha, mucha penita. Y con el torso desnudo cubierto de barro, dan ganas de ponerse a llorar.
Eso sí, en esta peli aparecen muchos bichos.
En la de McTiernan, aparecía sólo uno, aparte de Arnold. En la peli de McTiernan el bicho iba sorprendiendo, y terminaba teniendo un cierto código de conducta militar (muy militar, muy primitivo), y la cosa cobraba un sentido. "Depredador" es una película internamente coherente, globalmente correcta, visualmente maravillosa, dramáticamente perfecta. Por su parte, la remake o secuela o lo que sea que ha protagonizado Brody, es una verdadera porquería. Eso sí, mucho efecto cgi. Eso sí, no sorprende para nada. Aquel que vea la de McTiernan, ni sentirá que han pasado más de veinte años de tecnología digital: A "Predator" no le hace falta más de lo que tiene.
En fin, "Predators" es la muestra de que se puede tener dinero, recursos, reparto, e incluso talento, y así y todo terminar haciendo la más absoluta bazofia.
Consigan "Predator", olvídense de que está protagonizada por Schwarzenegger (no lo van a notar), y disfruten de dos horas de entretenimiento bien hecho. Y aplaudan a ese gran director de películas para incultos que es John McTiernan, y con el alma llena de fantásticos miedos y con el cuerpo lleno de adrenalina, cómanse una pizza y déjense llenar por el torrente de vida que proporciona, de vez en cuando, una sala de cine.
Abrazos.

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