Asepsia y soledad ("Her", Spike Jonze, 2013)

Hace unos cuantos años ya, Spike Jonze interrogaba la naturaleza de las relaciones sentimentales utilizando como canal la calva de John Malkovich. "Me gusta estar con vos, cada vez que sos John Malkovich." Había que ver cómo el personaje de Catherine Keener esperaba como al autobús a que su amor estuviera en el cuerpo de Malkovich para entregarle el alma. Más o menos.

Presciendiendo, para no abundar, de comparaciones obvias entre "Her" y "Being John Malkovich", digamos que en "Her" Jonze vuelve a lanzar preguntas acerca de los canales a través de los cuales las personas nos encontramos, nos miramos y nos devolvemos la mirada, de cómo nos desencontramos y de cómo quedamos luego del desencuentro. Y es eso, ni más ni menos que una historia de amores, esta película, hecha de una inmensa, tierna y melancólica inocencia. Inocencia que no es de Spike Jonze, porque se me ocurre a mí que el director se debe haber divertido muchísimo haciendo esta preciosura, que cuando se vuelve a ver (yo necesité volver a verla, porque me quedaron ruiditos) se ve el espolvoreo de ironía con el que está servida.

Theodore (Joaquin Phoenix) está sobrellevando mal una ruptura sentimental, busca sucedáneos que no lo satisfacen, conoce a Samantha (Scarlett Johansson), ambos se encuentran mutuamente fascinantes, se enamoran, se conocen y eventualmente, uno de ellos evoluciona hacia otros lugares. Eso que sabe pasar. A ver: que los sucedáneos sean chats anónimos, que la fascinación provenga de las mutuas diferencias y que el desencuentro se produzca por la miríada de esas cosas que diferencian a uno del otro, no tiene nada de novedoso. Sí podríamos quedarnos en la siguiente anécdota: Samantha es un sistema operativo. Es un ser hecho de intelecto y alegría, que de una manera absolutamente natural adquiere sentimientos genuinos, y para quien en determinado momento la ausencia de presencia física deja de ser una barrera para convertirse en plena libertad. Theodore es su contrapartida triste, retraída, "childish" y autocompasiva hasta la náusea.

Dicho lo dicho, se lleva la palma la formidable actución de Phoenix, cuya mirada de cachorro triste ya preanuncia su ineptitud para jugarse desde el mismísimo afiche. Máxime si consideramos que supo interpretar a Johny Cash en "Walk The Line", de James Mangold. Y no olvidemos a su personaje en "To Die For", de Gus Van Sant (¡Ja! el que dirigió a su hermanito River en "My Own Private Idaho". Esas cosas.)

El Theodore de Joaquin Phoenix. "Pobrecito YO, tan solito que estamos". 

Dicho lo dicho, imposible no enamorarse de Scarlett Johansson aunque sea por Whatsapp, mirá. Pobres de mis amigos que vean esta película doblada.

El filme de Jonze transcurre con un ritmo propio, saludable, en ámbitos claros, abiertos y soleados. Los colores son vivos, la luz es clara y en general tibia, como los diálogos. El arte es apabullante de tan inteligente y minucioso. La música, mirá por dónde, es de Arcade Fire. Es una gran, gran película. Otra historia de amor fruto de la cabeza de Spike Jonze, historia que está muy cerquita del hoy en que vivimos en una época de ficción, en la que no importa cómo funcionan las cosas, y en la que usamos lo que tenemos a mano para protegernos de lo que nos da miedo, como siempre hemos hecho. Porque, Theodore, si eso era lo que estabas dispuesto a dar ¿qué otra cosa habrías de recibir?

Salute.


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