"También vimos la claudicación a la vuelta de la esquina." ("Néstor Kirchner", Paula de Luque, 2012)

"La valentía consiste, más que nada, en no abandonar tu compromiso."(*)
Llegar al cine fue un caos. Fin de semana largo, y si bien muchos han decidido pasar "la previa" de las vacaciones de verano en La Serena (la costa atlántica "se va a llenar de porteños") , muchos se han quedado. "The circus is in town", como dice Bob Dylan. Desfile de Toyotas, Hondas, Peugeots. En el centro comercial se ofrecen autos cero kilómetro con el entusiasmo del que sabe que hay clientela potencial. Cine abarrotado de adolescentes que van a ver "Crepúsculo", de cuarentonas estrenando tetas, de grasada en general. Pero con mucha, muchísima plata.
"En veintiséis años de Democracia, jamás había presenciado un divorcio tan fuerte entre la realidad que viven las personas y aquella en la que dicen vivir."(**)
El discurso general de la clase media sanjuanina es de disconformidad con el Gobierno. Los argumentos son tan variados como difusos. Aquí, la minería (me abstengo del prefijo "mega" por ser el mismo de una ridiculez exasperante), se discute menos de lo que quisieran Solanas o Filmus -hay que ser justos con la ignorancia, tenga ésta el color que tenga-, pero por lo demás, las quejas van desde el tipo cambiario a la inflación con la misma facilidad con la que se pasean por la AUH, los planes sociales que "fomentan la vagancia" y la omniinseguridad. Es decir, el mismo discurso que puede escucharse en Macrilandia, con la diferencia de que San Juan dobla el PBI del total del país, y muestra un crecimiento económico del 17,9% en 2011, frente al 9,2% del total del país, al 13,9% de Buenos Aires y al 7,8% de Córdoba. Aquí también, colmo de la obscenidad, la Presidenta es "La Yegua".
En este contexto fuimos con mi hermano a ver "Néstor Kirchner", un documental que cuenta la vida de este hombre político que entendió la política como muy pocos en este continente en estos últimos tiempos. La película pasa por momentos conmovedores y por momentos muy hilarantes (el capítulo Jorge Lanata mueve necesariamente a risa). Huelga decir que el filme toma partido desde el principio: Néstor padre ejemplar, estadista brillante, político comprometido, valiente de la cuna a la tumba.
La cosa es que se muestra todo esto contado desde los discursos de Kirchner, y es ahí donde se empieza a atisbar la densidad ideológica frente al colorinche de la pancarta de tres al cuarto. Porque, a la luz de una década, la consistencia del discurso con aquello que queda puesto en hechos podrá generar amores u odios, pero jamás podrá ser negada.
Los discursos se pasan prácticamente completos, desde los tempranos inicios militantes hasta los de la época de la presidencia de la UNASUR, pasando por el histórico pago de la deuda al FMI, la orgullosa negativa al ALCA ante la inocultable expresión de desprecio del simio canalla y ágrafo de George W. Bush, y la inauguración del Museo de la Memoria en lo que fuera el campo de concentración de la ESMA.
Así, cuesta mucho negar que Néstor haya sido un estadista brillante, sin necesidad de compararlo con De la Rúa o el Innombrable. Cuesta muchísimo negar su compromiso con las ideas de soberanía política, independencia económica y justicia social, escuchando discursos a la luz de la década. Cuesta muchísimo negar su valentía, cuando pide público perdón en nombre de un Estado Nacional que en veinte años no se atrevió a llamar a las cosas por su nombre en cuanto de Derechos Humanos. Va a costar muchísimo negar la inteligencia que supone haber redescubierto la energía de las generaciones jóvenes: el tipo no olvidó su propia militancia. Su vida política está marcada por la consistencia entre el discurso y la acción,  y en esto ha superado con creces al fundador del Movimiento al que perteneció, todo hay que decirlo.
Néstor Kirchner no era precisamente un magnífico orador, y siempre se le escapaba el tipo apasionado: ahí está la transparencia del discurso falto de todo fingimiento. La película también provocará críticas, burlas y odios, claro está. Habrá que ver si esas expresiones gozan de la misma consistencia que aquello que las despierta. Porque el político Néstor Kirchner tiene los matices de un hachazo y la claridad de una puteada. Y hay que ver de qué político en este mundo puede escucharse un discurso de diez años sin que unos se muerdan de rabia, otros rebuznen estupideces y otros se conmuevan de respeto y cariño. Hay que ver la palabra de quién resiste el paso de las décadas sin caer en la contradicción y la más de las veces en el mayor de los ridículos.


En una época de nube de pedos, en un tiempo de sabiduría de Wikipedia, de encefalograma plano, de taxatividad marca Twitter y de militancia marca Facebook, hay que ver quién resiste con los hechos como pancarta y con el culo limpio como tarjeta de presentación.
Abrazos.

(*) Voz en off de Horacio Verbitsky en la película.
(**) Discurso de una senadora del FPV, en ocasión del debate por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

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