"Un paquete de velas mensual por cada peón" ("La Patagonia Rebelde" - H. Olivera - 1974)

Tengo dos libros de Norberto Galasso. "Historia de la Argentina", se llaman. Uno y Dos. Son, quieren ser, un segundo intento de fundación. Voy a morirme en el intento, si es necesario.
Leyendo la Historia y yéndome por las ramas cuando puedo, me he encontrado con textos conmovedores y, por suerte, con la película de Olivera. Omitiré detalles relacionados con militancias que no son mías. Sólo diré que estoy cada vez más orgulloso de la militancia de mi Papá.
Y diré ésto:
"La Patagonia rebelde o la Patagonia trágica es el nombre que recibió la lucha protagonizada por los trabajadores anarcosindicalistas en rebelión de la provincia de Santa Cruz, en la Patagonia argentina, entre 1920 y 1921. Comenzó como una huelga contra la explotación de los patrones (de mayoría inglesa), luego reprimida por el ejército al mando del teniente Héctor Benigno Varela, enviado por el entonces presidente Hipólito Yrigoyen. A su término, 1.500 obreros habían sido fusilados."
Omitiré también mi opinión acerca del Socialismo argentino. Omitiré (y me cuesta) mi opinión acerca de la pertinaz ceguera de quienes ignoran a quiénes representan. Diré solamente que hay que leer la Historia y tratar de desentrañar la Historia para acercarse a comprender, un poquito, de qué va la película que vivimos.
"La Patagonia Rebelde" cuenta la historia de las huelgas y ulteriores fusilamientos de los cuales fueron culpables la Sociedad Rural y el gobierno de un prócer. Con guión de Osvaldo Bayer, con la fotografía cruda de Víctor Hugo Caula (todos de pie), y las actuaciones de Pepe Soriano, Héctor Alterio, Federico Luppi y decenas de nombres que hacen sonar -todavía- campanitas en la memoria, la película conmueve a quien quiera oír y a quien quiera ver.
Diré que me dejaron entrar al cine con once años. Diré que la prohibieron días después.
Diré que después vino el Terremoto y que después vinieron cosas peores. Diré que un joven militante peronista llamado Néstor Kirchner aparece en la película como extra. Diré que la vida es redondita: El niño que vio al extra estuvo en el velorio del extra. Diré que el niño era feliz a fuerza de ganas de serlo, y que el adulto de la ceremonia final era feliz porque pensaba habérselo ganado.
Diré que los juguetes de los chicos pobres suelen durar poco, pero diré también que a veces, a veces, el cine posibilita revivir cosas. Cosas. Por un ratito.
Si consiguen la película (puede verse en Youtube por partes), si la ven, imaginen por un ratito que están en un cine al aire libre. Que están por ocurrir una muerte, un golpe de Estado y un terremoto, pero que son felices porque ignoran el infierno que se viene.
Y conscientes de esa ignorancia, apenitas conscientes de que "alli, adelante, está la Muerte", vean la lucha de los obreros patagónicos y vean quiénes son quiénes.
Y, sobre todo, crean en lo único que hay: Uno.

Abrazos.

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